jueves, 11 de febrero de 2010

El escalpelo de Flaubert

Homais, para distraerle, juzgó conveniente hablar un poco de horticultura; las plantas necesitaban humedad. Carlos bajó la cabeza en señal de aprobación.

(Madame Bovary, tercera parte, cap. IX)

Tras la muerte de Emma, durante el velatorio, que pasarán Homais y el párroco de Yonville discutiendo sus respectivas posiciones ideológicas, en un momento dado el boticario se siente en la necesidad de arropar emocionalmente a Carlos. No se le ocurre otra cosa que hablar (disertar, diríamos más bien, conociéndolo como lo conocemos) de horticultura, lo más oportuno, al parecer, en un velatorio. Todo para llegar a la conclusión -en un uso modélico del estilo indirecto libre por parte del autor- de que "las plantas necesitaban humedad". Pero la mirada crítica de Flaubert es implacable y se dirige a todos. Carlos baja la cabeza en señal de aprobación. Uno de los argumentos incuestionables sobre la mediocridad y pocas luces de Carlos Bovary es el hecho de hacerle caso y asentir continuamente a las tonterías que le suelta el majadero de Homais.

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