viernes, 7 de enero de 2011

Un fragmento de Vargas Llosa, recentísimo Nobel de Literatura

¿Le dan a Vargas el Nobel de Literatura y este blog sin enterarse? Para reparar tamaño despropósito, cito un fragmento de ese heptagenario joven inteligentito (como a sí mismo se definió alguna vez Proust) con quien me unen secretas afinidades. En él habla de las profundas verdades que laten siempre en el mecanismo mentiroso de las ficciones.

Cuando leemos novelas no somos lo que somos habitualmente, sino también los seres hechizos entre los cuales el novelista nos traslada. El traslado es una metamorfosis: el reducto asfixiante que es nuestra vida real se abre y salimos a ser otros, a vivir vicariamente experiencias que la ficción vuelve nuestras. Sueño lúcido, fantasía encarnada, la ficción nos completa, a nosotros, seres mutilados a quienes ha sido impuesta la atroz dicotomía de tener una sola vida y los apetitos y fantasías de desear mil. Ese espacio entre nuestra vida real y los deseos y las fantasías que le exigen ser más rica y diversa es el que ocupan las ficciones.

Mario Vargas Llosa: La verdad de las mentiras.

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