lunes, 26 de marzo de 2012

El célebre poema de Eluard

Liberté
Paul Eluard (1895-1952)

Sur mes cahiers d'écolier
Sur mon pupitre et les arbres
Sur le sable sur la neige
J'écris ton nom

Sur toutes les pages lues
Sur toutes les pages blanches
Pierre sang papier ou cendre
J'écris ton nom

Sur les images dorées
Sur les armes des guerriers
Sur la couronne des rois
J'écris ton nom

Sur la jungle et le désert
Sur les nids sur les genêts
Sur l'écho de mon enfance
J'écris ton nom

Sur les merveilles des nuits
Sur le pain blanc des journées
Sur les saisons fiancées
J'écris ton nom

Sur tous mes chiffons d'azur
Sur l'étang soleil moisi
Sur le lac lune vivante
J'écris ton nom

Sur les champs sur l'horizon
Sur les ailes des oiseaux
Et sur le moulin des ombres
J'écris ton nom

Sur chaque bouffée d'aurore
Sur la mer sur les bateaux
Sur la montagne démente
J'écris ton nom

Sur la mousse des nuages
Sur les sueurs de l'orage
Sur la pluie épaisse et fade
J'écris ton nom

Sur les formes scintillantes
Sur les cloches des couleurs
Sur la vérité physique
J'écris ton nom

Sur les sentiers éveillés
Sur les routes déployées
Sur les places qui débordent
J'écris ton nom

Sur la lampe qui s'allume
Sur la lampe qui s'éteint
Sur mes maisons réunis
J'écris ton nom

Sur le fruit coupé en deux
Dur miroir et de ma chambre
Sur mon lit coquille vide
J'écris ton nom

Sur mon chien gourmand et tendre
Sur ses oreilles dressées
Sur sa patte maladroite
J'écris ton nom

Sur le tremplin de ma porte
Sur les objets familiers
Sur le flot du feu béni
J'écris ton nom

Sur toute chair accordée
Sur le front de mes amis
Sur chaque main qui se tend
J'écris ton nom

Sur la vitre des surprises
Sur les lèvres attentives
Bien au-dessus du silence
J'écris ton nom

Sur mes refuges détruits
Sur mes phares écroulés
Sur les murs de mon ennui
J'écris ton nom

Sur l'absence sans désir
Sur la solitude nue
Sur les marches de la mort
J'écris ton nom

Sur la santé revenue
Sur le risque disparu
Sur l'espoir sans souvenir
J'écris ton nom

Et par le pouvoir d'un mot
Je recommence ma vie
Je suis né pour te connaître
Pour te nommer

Liberté


Libertad

Sobre mis cuadernos de escuela,
sobre el pupitre, sobre el roble,
sobre la nieve y en la arena
escribo tu nombre.

Sobre las páginas leídas,
sobre las páginas incólumes
-piedra, sangre, papel, ceniza-
escribo tu nombre.

En las imágenes doradas,
sobre los signos de la Corte,
sobre tizonas y corazas
escribo tu nombre.

Sobre el desierto y en la jungla,
sobre la infancia de las voces,
sobre la rama y en la gruta
escribo tu nombre.

Sobre el pan blanco de los días,
sobre el prodigio de la noche,
sobre la flor y las vendimias
escribo tu nombre.

Sobre los cielos que azulan
en los estanques -muertos soles-;
sobre los lagos -vivas lunas-
escribo tu nombre.

Sobre las colinas remotas,
en las alas de los gorriones,
sobre el molino de las sombras;
escribo tu nombre.

Sobre los hálitos del alba,
sobre la mar y sus galeones,
sobre la demente montaña,
escribo tu nombre.

Sobre el vellón de los espacios
y el estertor de los ciclones,
sobre el limo de los chubascos,
escribo tu nombre.

Sobre las formas cintilantes,
sobre la pátina del bronce,
sobre las físicas verdades,
escribo tu nombre.

Sobre las rutas desveladas
y las sendas sin horizonte,
sobre las mareas humanas,
escribo tu nombre.

Sobre la llama que fulgura,
Sobre la llama que se esconde,
sobre los techos que se juntan,
escribo tu nombre.

Sobre la fruta en dos partida
del espejo que me recoge;
en mi lecho -concha vacía-
escribo tu nombre.

Sobre mi can goloso y tierno
y en la oreja que atenta pone,
sobre su salto poco diestro,
escribo tu nombre.

Sobre la grada de mi puerta,
sobre la loza y los arcones,
sobre las ascuas de la leña,
escribo tu nombre.

Sobre la carne que se entrega,
en la faz del amigo noble,
sobre la mano que se estrecha,
escribo tu nombre.

Sobre el vitral de los secretos,
sobre las bocas ya sin voces,
sobre los más hondos silencios,
escribo tu nombre.

Sobre el albergue derruido,
sobre el escombro de mi torre,
sobre los muros de mi hastío
escribo tu nombre.

Sobre la ausencia sin deseos,
sobre mi soledad insomne,
sobre los lúgubres aleros,
escribo tu nombre.

Sobre la calma que retorna,
sobre los extintos pavores,
sobre el anhelo sin memoria,
escribo tu nombre.

Y en el poder de tu palabra
mi vida vuelve a comenzar:
he renacido a tu llamada
para invocarte:

Libertad!

Versión de Carlos López Narváez

miércoles, 21 de marzo de 2012

Odilon Redon, pintor simbolista y antecedente del surrealismo



Mientras caminaba por el Paseo de la Castellana días pasados, tras haber contemplado en el Paseo del Prado los impagables lienzos de Chagall, la apreciable muestra del Hermitage peterburgués, y una evocación de la aventura de Diaghilev con los ballets rusos, me encontré con una exposición dedicada a Odilon Redon (¡vaya milla de oro en el centro de Madrid!). Se trata pintor simbolista muy próximo al grupo de los escritores esa tendencia, a los que ilustró en más de una ocasión (Poe, Baudelaire, Mallarmé...).
Aquí reproduzco algunas de sus extrañas pinturas. (Cuando lleguemos a Kafka traeré otra al blog, ya veremos por qué.)

martes, 13 de marzo de 2012

Un poema de Ricardo Reis, el heterónimo clasicista de Pessoa

Ven a sentarte conmigo, Lidia...


Ven a sentarte conmigo, Lidia, a la orilla del río.
Sosegadamente contemplemos su curso y aprendamos
que la vida pasa, y no tenemos las manos enlazadas.
(Enlacemos las manos.)



Después pensemos, niños adultos, que la vida
pasa y no se queda, nada deja y nunca regresa,
va hacia un mar lejano, junto al Hado,
más lejos que los dioses.



Desenlacemos las manos, pues no vale la pena que nos
cansemos,
Tanto si gozamos como si no, pasamos como el río.
Vale más saber pasar en silencio
y sin desasosiegos grandes.



Sin amores, ni odios, ni pasiones que levantan la voz,
ni envidias que dan demasiado movimiento a los ojos,
ni cuidados, porque si los tuviese el río siempre correría,
y siempre iría a dar al mar.



Amémonos tranquilamente, pensando que podríamos,
si quisiéramos, cambiar besos y abrazos y caricias,
pero que más vale estar sentados el uno junto al otro
oyendo correr el río y viéndolo.



Cojamos flores, cógelas tú y déjalas
en tu pecho, y que su perfume suavice el momento,
este momento en que sosegadamente no creemos en nada,
paganos inocentes de la decadencia.



Al menos, si fuera sombra antes, te acordarías de mí después,
sin que mi recuerdo te queme o te hiera o te mueva,
porque nunca enlazamos las manos, ni nos besamos,
ni fuimos más que niños.



Y si antes que yo llevas el óbolo al barquero sombrío,
yo nada tendré que sufrir al recordarte.
Suave me serás a la memoria recordándote así —junto al río,
pagana triste y con flores en el regazo.

lunes, 12 de marzo de 2012

Octavio Paz habla de Pessoa

Los poetas no tienen biografía. Su obra es su biografía. Pessoa, que dudó siempre de la realidad de este mundo, aprobaría sin vacilar que fuese directamente a sus poemas, olvidando los incidentes y los accidentes de su existencia terrestre. Nada en su vida es sorprendente -nada, excepto sus poemas. No creo que su «caso», hay que resignarse a emplear esta antipática palabra, los explique; creo que, a la luz de sus poemas, su «caso» deja de serlo. Su secreto, por lo demás, está escrito en su nombre: Pessoa quiere decir persona en portugués y viene de persona, máscara de los actores romanos. Máscara, personaje de ficción, ninguno: Pessoa. Su historia podría reducirse al tránsito entre la irrealidad de su vida cotidiana y la realidad sus ficciones. Estas ficciones son los poetas Alberto Caeiro, Alvaro de Campos, Ricardo Reis y, sobre todo, el mismo Fernando Pessoa. Así, no es inútil recordar los hechos más salientes su vida, a condición de saber que se trata de las huellas de una sombra. El verdadero Pessoa es otro.

Octavio Paz: El desconocido de sí mismo (Fernando Pessoa)

jueves, 8 de marzo de 2012

Análisis sintáctico de oración compuesta

Por más que se lo digo y se lo repito, no me hace caso, pues es enormemente desconfiado.

Nos encontramos con una proposición principal (no me hace caso), a la que acompañan dos proposiciones subordinadas adverbiales, una concesiva (por más que se lo digo y se lo repito) y otra causal (pues es enormemente desconfiado). La concesiva tiene dentro de sí dos proposiciones coordinadas copulativas (se lo digo / se lo repito).
Comenzamos, pues, a descomponer:
Proposición principal: Sujeto elíptico (él); Predicado: no me hace caso. El núcleo del predicado es hace, caso es Complemento Directo y no, Complemento de Negación.
Proposición subordinada adverbial concesiva: viene introducida por el nexo por más que, y se descompone en dos coordinadas copulativas, cuyo nexo es y. La primera tiene un Sujeto elíptico (yo) y su Predicado es se lo digo. Núcleo (digo), CD (lo) y CI (se). La segunda tiene igual Sujeto elíptico (yo) y su Predicado se descompone en: Núcleo (repito), CD (lo) y CI (se).
Proposición subordinada adverbial causal: viene introducida por el nexo pues, su Sujeto elíptico es él, y su Predicado Nominal (es enormemente desconfiado) se descompone en Cópula (es) y Atributo (enormemente desconfiado). El Atributo tiene un Cuantificador (enormemente) y un Núcleo (desconfiado).

La modalidad oracional es enunciativa.

martes, 6 de marzo de 2012

Shakespeare y San Lucas (has ofendido mucho a tu padre)

Cuando hablábamos de la notoria influencia de la Biblia en la literatura occidental distinguíamos entre influjos amplios, globales, estructuradores de una obra (como puede ser el de El Cantar de los Cantares sobre el Cántico espiritual, de San Juan de la Cruz) e influjos parciales, momentáneos, que pueden consistir en el uso de una imagen, una alusión intertextual o un diseño retórico, por enumerar sólo algunas de las formas que puede adoptar.
De este último tipo es el ejemplo que vamos a considerar.
Cuando el acto 3, escena 4, de Hamlet, el joven príncipe, instado por el rey Claudio, acude a la habitación de su madre para hablar con ella, nos encontramos con el siguiente intercambio de frases rápidas al comienzo del diálogo:

REINA - Hamlet, has ofendido mucho a tu padre.
HAMLET- Madre, tú has ofendido mucho a mi padre.
REINA - Vamos, vamos, replicas con lengua muy suelta.
HAMLET- Venga, venga, preguntas con lengua perversa.

(en la traducción de Ángel Luis Pujante, Espasa Calpe; el original reza así:

QUEEN GERTRUDE – Hamlet, thou hast thy father much ofended.
HAMLET – Mother, you have my father much ofended.
QUEEN GERTRUDE – Come, come, you answer with an idle tongue.
HAMLET – Go, go, you question with a wicked tongue.)

Nos encontramos con un chispeante intercambio de dardos verbales, con un uso notable del paralelismo, y cuya principal clave consiste en la oposición de los determinantes del sintagma nominal “tu padre / mi padre” (thy father / my father), puesto que en el juego conceptuoso resultante lo que debería aparentemente consistir en una equivalencia de referentes (el padre de Hamlet), alude en realidad a una disparidad notable –y acusadora hacia la madre- de referentes (tu padre = el rey Claudio / mi padre = el difunto –asesinado- rey Hamlet).

Pues bien, decidme si no os recuerda este pasaje shakespeariano a otro muy célebre de la tradición cristiana. En el evangelio de Lucas, 2, 42-52, asistimos al episodio en que sus padres, María y José, tras la fiesta de la Pascua, al volver de Jerusalén con la caravana de nazarenos, reparan en que el niño no está con ellos. Después de tres días de búsqueda incansable lo encuentran en el templo de la ciudad santa, donde los sabios y doctores que le rodean, le escuchan estupefactos por su inteligencia y sabiduría. Así continúa el pasaje, en la traducción de Nácar y Colunga:

Cuando sus padres lo vieron, quedaron sorprendidos, y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué has obrado así con nosotros? Mira que tu padre y yo, apenados, andábamos buscándote. Y él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que es preciso que me ocupe en las cosas de mi Padre? Ellos no entendieron lo que les decía. (San Lucas, 3, 48-50)

No es extraño que no le comprendieran. En efecto, como en el caso del elocuente príncipe de Dinamarca, el niño Jesús está llevando a cabo también un delicado juego conceptuoso. El diseño retórico de ambos pasajes es similar: intercambio verbal rápido y escueto de madre e hijo, reproche de la madre, respuesta retadora del hijo, y sobre todo la clave gira en torno a la oposición “tu padre / mi Padre” (las mayúsculas no aparecen en la pronunciación). Aquí de nuevo se produce una disparidad de referentes (tu padre = José / mi Padre = Dios padre, que está en los cielos), que María y José, en su sencillez, no llegan a entender.

No me cabe la menor duda de que el cisne de Avon tuvo en cuenta este pasaje del santo patrón de los pintores (pues la leyenda refiere que pintó a la Virgen, y ciertamente lo hizo con palabras en su evangelio) para la creación de tan chispeante réplica teatral en su magna obra.